Emilio Calatayud, juez de menores de Granada, se ha hecho célebre en los últimos años por sus charlas sobre la educación de los jóvenes. Calatayud es el juez español de menores que más años lleva en el cargo y, por tanto, el que más sentencias aleccionadoras ha emitido.
Aunque por su profesión el juez está en contacto con menores que han cometido algún delito, en sus charlas Calatayud reflexiona sobre la educación general de los menores y el vínculo entre estos y sus padres. Según el juez, los menores han perdido el respeto por sus padres y carecen del concepto de autoridad y deber que sí poseían los jóvenes de generaciones anteriores.
Para corregir esta situación, que tan solo perjudica a los propios jóvenes y sus padres, Calatayud propone que los padres abandonen el estilo educativo menos democrático por un estilo educativo más autoritario en el que los jóvenes recuperen la conciencia de que también tienen deberes que cumplir fuera y dentro del núcleo familiar.
El juez propone reforzar la educación, la concienciación, la intervención de los servicios sociales y de los propios centros para reducir la delincuencia entre los menores y mejorar la eudcación general de estos. Entre las medidas que Calatayud propone para que los jóvenes respeten la autoridad de sus padres, el juez señala la necesidad de que los padres no se comporten como amigos de sus hijos, pues en ese caso el menor queda huérfano de la figura paterna; los padres violen la intimidad de sus hijos, si es necesario, para mantener el control sobre ellos; y no confundir una colleja aleccionadora con maltrato infantil, entre otras medidas.
En la siguiente charla, Calatayud resume alguna de estas ideas:
Fragmento de ua entrevista a Emilio Calatayud en El País (aquí):
P. ¿Cómo tratamos a los menores?
R. Los menores son muy buena gente. Pero
nos hemos equivocado con ellos. Hemos pasado de un Estado dictatorial a
un Estado democrático, y en materia de menores no tenemos término medio.
¡Ni en materia de menores ni en muchas cosas! Nos ha dado miedo poner
límites a nuestros hijos, por temor a que pasen lo que nosotros hemos
pasado... Han influido también circunstancias que afectan a la familia:
la mujer se ha incorporado al trabajo, se ha resentido la familia y los
chavales han pagado las consecuencias. Les hemos dado muchos derechos,
pero no les hemos trasladado deberes. Hemos perdido el principio de
autoridad. ¡Hemos querido ser amigos de nuestros hijos!
P. ¿Y no se puede?
R. No, yo soy padre, y punto. Yo no soy ni colega ni amigo de mi hijo.
P. ¿Y qué es ser padre?
R. Amor, autoridad, respeto. Es muy difícil ejercer una paternidad en democracia. Yo no soy un padre democrático, yo no he mamado
la democracia, yo la he aprendido; así que mi educación tiene muchos
defectos de antiguo. Mi hijo estará más preparado que yo para educar a
su hijo en ese término medio entre autoridad, flexibilidad y
generosidad... Hemos sido la generación perdida: hemos sido esclavos de
nuestros padres y hemos pasado a ser esclavos de nuestros hijos...
P. ¿Es consciente de que estas posiciones pueden ser tachadas de reaccionarias?
R. Muchos piensan lo que pienso yo, pero no
lo dicen... A mí me han agradecido muchos chavales a los que he
condenado que les haya puesto límites... Cuando castigo a mi hijo me
quedo fastidiado, pero es necesario... Y cuando mi padre me daba tortas
me decía: "¡A quien le duele es a mí!".
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